Jugale al 32
Antes de empezar, las salvedades de rigor:
Admiro mucho a nuestro compatriota Daniel Baremboim, artista consagrado en todo el mundo. También lo respeto por la firmeza de sus convicciones, que hace valer en la práctica.
De todos modos, yo me pregunto: si Beethoven alcanzó a componer 32 sonatas para piano, es imprescindible que alguien se proponga, como una especie de desafío virtuosístico, ejecutarlas todas en el curso de pocos días? Es una competencia, una maratón?
La crítica musical cumplió con su tarea y volvió a exaltar los méritos musicales del intérprete. Pero, y el público? Baremboim no corre el riesgo que un sector del público aprecie más su resistencia física y su memoria (tocó en todo momento sin partitura), que la calidad de la ejecución?
Como simple oyente de buena música, puedo suponer que la tan mentada «ejecución integral» sea considerada «una proeza», que Baremboim cumplió, pero sin la cual sus reconocidos méritos serían tan válidos como siempre.
Y para terminar, un dialoguito imaginario. El artista, en Buenos Aires, sale de su casa, y se encuentra con el encargado, que le dice:
-Que tal, don Baremboim, como le va?
-Y, ya lo ve, Ramón, beethoveneando.