Adhesión (tardía) al Día del Periodista
Para los que somos… (¿como decirlo?) un poco entraditos en años, teníamos, en nuestra lejana infancia, dos fuentes de información: el diario y la radio. Y eso, solo en aquellos hogares, como el mío, en los que se consideraba que, pese al esfuerzo económico, era importante estar informado.
Es que no era para menos: la noticia recurrente que acompañó toda mi infancia fué la Segunda Guerra Mundial. Y cuando se decía «Mundial» era mundial en serio. No había país que, directa o indirectamente, no estuviera involucrado. Y ademas, hoy sé, y lo saben muchos, que en aquellos azarosos días, estuvo en jaque el destino de la Humanidad toda.
Pero volvamos a las «fuentes». Dos frases con las que se zanjaba cualquier controversia eran: «dice en el diario» y «lo dijo la radio», lo cual implicaba un respaldo absoluto. En la radio, el noticiero mas escuchado era «El Reporter Esso» (que la Revista Dislocada imitaba bajo el nombre «El que reparte el queso»…, nombre quizas inocente en aquella época, pero que ahora suena como premonitorio).
Hoy todo ha cambiado, como dice el tango. Aumentó al infinito la cantidad de información, que recorre el planeta en forma instantánea, se diluyó la frontera entre «el informador» y «el informado», y todos tratan de no ahogarse en el océano de «noticias».
Pero en todo esto hay algo bueno. Todavía están, como siempre, los que tratan de mistificar, y llevar agua para su molino. Pero ya perdieron su aureola de indiscutibles, porque cada vez, sin prisa y sin pausa, son mas los que ya no compran buzones.