10 de julio de 2004 - Comentarios desactivados en De vicios y virtudes
En los tiempos que corren, cada político (o politiquero) se considera en la obligación de contar con un economista de cabecera. Cada integrante de la dupla desconoce los entretelones del oficio del otro, pero ambos tienen algo en común: se dan maña para destrozar al unísono a nuestro idioma. Cuando nos espetan sus peroratas por los medios, suelen decir que determinado problema redunda en un círculo vicioso, lo cual probablemente sea cierto. Y a renglón seguido, aseguran que la solución que proponen creará un círculo «virtuoso» (!).
La expresión «círculo vicioso» podría aplicarse a quien produce acciones sucesivas, suponiendo avanzar, cuando en realidad termina por desembocar en el punto de origen. Una cabal imagen de los círculos viciosos en los que se ve enredado nuestro país podría ser esa vieja conocida – la calesita. Todos ocupamos nuestros lugares, montando a caballo, en las carrozas, los botes o los aviones, y luego de galopar, remar o pilotear desaforadamente, descendemos en el mismo lugar en el que habíamos subido.
Si todo girar en redondo (como el perro que se muerde la cola) ya se supone vicioso, porque no se avanza hacia ningún lado, ¿no sería una contradicción agitar el susodicho «círculo virtuoso»? Entre paréntesis, ¿a cuanto está el kilo de «virtudes»?.
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26 de enero de 2003 - Comentarios desactivados en Canción oscura
No me gusta el humor negro. Creo que hay que observar la muerte y las discapacidades con todo lo que tienen de trágico, y no intentar minimizarlas con algun chiste ingenioso. Sin embargo la realidad, la implacable realidad, se ocupa de lanzarnos a la cara, con toda su inocencia, un feroz chiste de humor negro.
En el subterráneo (si, pasan muchas cosas en el subterráneo) veo con frecuencia a una pareja de ciegos limosneros. Ella camina delante con el brazo extendido, portando un vaso metálico. El carga detrás un acordeón, que ejecuta medianamente bien, y canta. Ambos tienen los ojos firmemente cerrados. El tiene la deferencia de ir renovando su repertorio. A pesar que ya los vi muchas veces, siempre la canción que interpretaba era distinta. Pero el otro dia me sorprendió con este clásico:
Que bonitos ojos tienes
debajo de esas dos cejas,
debajo de esas dos cejas
que bonitos ojos tienes.
Ellos me quieren mirar,
pero si tu no los dejas,
pero si tu no los dejas
ni siquiera parpadear.
Los pasajeros estaban silenciosos, probablemente absortos en oscuros pensamientos. Solo se oia el ruido de las moneditas cayendo en el vaso metálico.
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28 de octubre de 2002 - Comentarios desactivados en Mujeres del 42
El recordado Alberto Castillo cantaba a los «Cien barrios porteños«, lo cual no sonaba muy descabellado. Por otra parte, el nomenclador oficial dividía a nuestra ciudad en 41 jurisdicciones, a las que denomina «barrios», con «fronteras» (misterios de la burocracia) muchas veces arbitrarias. A estos 41 barrios se agregó recientemente el número 42: «Puerto Madero». Sobre la base de las antiguas estructuras portuarias, este original barrio está en permanente expansión, y como es sabido, todas sus calles y avenidas, a partir de la principal, «Alicia Moreau de Justo», llevan nombres de mujeres: Victoria Ocampo, Azucena Villaflor, Olga Cossentini, Macacha Güemes, son solo algunos que vienen a la memoria.
Ahora, el periódico barrial «El Pliego» informa que está en construcción el «Parque Micaela Bastidas«, de casi 8 hectáreas, entre el dique 2 y la Costanera Sur.
Micaela Bastidas Puyucahua (informa dicho periódico) nació en Pampamarca (Perú) hcia 1742 y, según la tradición oral, fue «mujer notable por su hermosura». A los 18 años se casó con Tupac Amaru en matrimonio cristiano. Ademas de darle tres hijos, Micaela tuvo a su cargo en el Cuzco una red de espionaje y correo para el movimiento indígena, y fue la mas importante consejera de Tupac Amaru en la organización de la rebelión contra los españoles. Prisionera junto con su esposo e hijos luego de la derrota, fue brutalmente asesinada a los 39 años.
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20 de octubre de 2002 - Comentarios desactivados en Catarsis
El teatro es el primer antídoto que inventó el hombre para librarse de la angustia de vivir. (Vittorio Gassman)
No soy crítico de teatro, ni procuro aquí serlo. Solo quiero transcribir impresiones de un espectador profundamente interesado en el hecho teatral.
Cuando en una persona (en este caso Norma Aleandro) confluyen una particular serie de circunstancias, como la de ser hija de una pareja de actores, tener una extensa trayectoria de actriz de cine y teatro, haber incursionado en la dirección teatral, y tener vocación y capacidad para escribir ficción (descontando que cada uno de estos factores potencia a los otros), es razonable esperar resultados brillantes de su actividad. Pero además, como todos los argentinos, está inmersa en esta cruel y absurda realidad que nos ha tocado vivir. Entonces, como autora y directora, planta frente al público una sarcástica y sombría ceremonia tribal («De rigurosa etiqueta»), y el espectador sensible se ve sacudido por la tragicomedia argentina en toda su crudeza.
Para completar la frase de Gassman al comienzo de este comentario, recuerdo una definición que escuché en una oportunidad: «El actor es una especie de exorcista, que presta su cuerpo al espectador, para que, a través de él, el espectador pueda sacar a la luz a sus demonios interiores».
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10 de octubre de 2002 - Comentarios desactivados en Música subterranea
En el transporte público en general, y muy en especial en el subterráneo, que es el que utilizo con mas frecuencia, además de los naturales «señores pasajeros», se mueve permanentemente un heterogéneo conjunto de vendedores ambulantes, mendigos, poetas (es decir hombres y mujeres que distribuyen cuadernillos con sus propios poemas, esperando recibir una moneda), y muchos etcéteras más.
Sin embargo, hay otro grupo de «visitantes» que siempre son vistos con simpatía: los músicos . Por trenes, estaciones y pasillos circula la música en todo momento, en manos de los mas variados y pintorescos ejecutantes: un ciego con acordeón y el consabido tema litoraleño, otro ciego con guitarra desgranando un tango, un muchacho con flauta, sentadito en un pasillo, interpretando una melodía que quizás sea de Bach o quizás no, un dúo de quena y charango y el clásico carnavalito, un saxofonista solitario, abandonado en otro pasillo, un señor en un rincón de una estación, con guitarra eléctrica y equipo de sonido, interpretando canciones de Silvio Rodriguez, y muchos más.
La gente (los señores pasajeros), agradecida, se fuga por un momento de la carga cotidiana, desarruga el entrecejo, esboza una sonrisa, acompaña el ritmo con el pie, y, sin esperar muchas exhortaciones, echa mano al bolsillo y deposita una moneda en la gorra. Los músicos quedan atrás, pero la melodía que trajeron permanece por un rato en los oídos.
Después, al salir a la superficie, solo se oye el rugir de la gran ciudad, y la magia se esfuma.
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2 de octubre de 2002 - Comentarios desactivados en Galimatías
Uno suponía que la invasión del idioma inglés producía la mayor deformación en nuestro lenguaje, noción que sigue siendo válida. Pero a esto se agregó, en estos tiempos de pobreza generalizada, la suprema pobreza coloquial, ¿viste bolú? Y, por si todo esto fuera poco, agregamos a la oferta un tercer producto. Gracias a los invalorables servicios de la televisión intercontinental y de Internet, ya está sonando en nuestros oídos… ¡el español de los españoles! Mientras por un lado modulan puntillosamente los misteriosos matices de la «ese», la «c» y la «zeta», por el otro nos regalan «oservar» y «la costa de Lusiana» (por Luisiana) (dos personas distintas, en el mismo noticiero televisivo de hoy). También leo una carta de un distinguido catedrático español, justamente sobre temas del idioma, donde estampa «para no hacer mas distensiones…» (¿no serán «distinciones»?).
Al mismo tiempo, en un reportaje a Héctor Alterio, actor que salta frecuentemente el charco (antes «saltar el charco» era cruzar el Río de la Plata, ahora parece que habrá que aplicarlo al Atlántico, oceáno que los peninsulares llaman «Alántico»), comenta que a los españoles les produce «ternura» y les «divierte» oir el modo en que se expresan los argentinos…
En fin, mientras nuestros primos se «divierten», al guiso idiomático se siguen incorporando nuevos ingredientes. Esperemos que no llegue a ser incomible
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30 de septiembre de 2002 - Comentarios desactivados en Falta palabra
A pesar de todas las dificultades que afectan a la mayoría de la población, en nuestro país la expectativa de vida crece. En consecuencia, aumenta el grupo humano integrado por… (¿Como se los llama?) Antiguamente, las cosas eran mas simples y más directas: los viejos. ¡Viejos son los trapos! bramaban los afectados, y tenían razón.
Hoy en día, circulan por el idioma variados apelativos, y todos chingan por algún lado.
-Anciano. Mi tan apreciado diccionario aquí me defraudó: «Dícese de la persona de mucha edad». ¿Cuanto es «mucha»? ¿70? ¿90?
-Los científicos utilizan «geronte»(del que deriva el controvertido geriátrico), o una joyita de la sofisticación: «senescente»(!) Allá ellos.
En el lenguaje de la calle se utiliza «abuelo» o «jubilado», que son solamente aproximaciones pintorescas. Hay abuelos auténticos de cuarenta y pico, al igual que algunos jubilados de privilegio.
-La burocracia, como no podía ser de otro modo, inventó la peor de todas: «tercera edad». ¿Acaso alguien habla alguna vez de la «primera edad» o de la «segunda edad»? En el caso de una persona de 70, con un padre de 95 (¡que los hay!) ¿quien es el de la tercera edad? A la expresión le siento un trasfondo despectivo. Algo así como: «tercera categoría» o «tercera clase». En definitiva, todo lo etiquetado «tercera» ¡es de cuarta!
-Ahora está de moda «adultos mayores». No está mal. Va arrimando.
Y para terminar, ¿que les parece «veteranos»? En general, se suele aplicar a los sobrevivientes de las guerras, mutilados física o psíquicamente. ¿No sería mas adecuado que se distinga así a los que cotidianamente, sin pausa, lucharon y siguen luchando por la vida, es decir por la paz?
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25 de septiembre de 2002 - Comentarios desactivados en ¡Santo (re)medio!
En principio, se supone que estamos inmersos en nuestro medio ambiente. En realidad, estamos apabullados por «los medios». Pero, ¿que son los medios? ¿Vamos al diccionario? (¿El diccionario es un medio?)
¡Horror! ¡25 acepciones! Las que mas arriman a nuestro bochín hablan de medios de producción o medios de transporte, pero en nuestra época los que se tragan a todos los demás son los poderosos Medios de Comunicación, que vendrían a ser algo así como:
«Sistemas de transmisión de información a un público numeroso y heterogéneo, mediante la prensa, televisión, radio, cine, etc.»
¿Que se incluye en el cómodo «etcétera»? ¿Quizás al Medio de Todos los Medios, la omnipresente y omnicomprensiva Red?
¿Acaso todos transmiten realmente información? No interesa. Hagamos un intermedio en las preguntas, porque llega el mágico promedio, que (estadísticamente) nos empareja a todos por igual, buenos y malos, débiles y poderosos.
Solo nos queda por esperar que no nos muestren el dedo del medio.
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23 de septiembre de 2002 - Comentarios desactivados en Cantar todo
A esta altura de los acontecimientos, los argentinos estamos como Gene Kelly en la película aquella: en la calle, soportando el feroz chubasco, chapoteando en los charcos, y… sin paraguas. Pero, además de todo esto ¿podremos todavía cantar?
En la inmensidad de la pampa, el gaucho emblemático empieza con:
«Aquí me pongo a cantar
al compás de la vigüela, (…)»
Porque las cosas nunca fueron fáciles. Mientras en Europa, Charles Trenet voceaba su alegría con «¡Je chante!», aquí Enrique Santos, muy a lo Discépolo, clamaba «¡Soy una canción desesperada!»
En la época del optimismo, Armando Tejada Gomez grita al viento
«Canta conmigo, canta,
hermano americano…»
Y María Elena Walsh evoca
«Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,»
Pero el optimismo se esfumó. Ahora, quizás tengamos que volver a escuchar a Martín Fierro, que redondea así su pensamiento:
«(…)que al hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como l’ave solitaria,
con el cantar se consuela.»
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21 de septiembre de 2002 - Comentarios desactivados en Lengua materna
Consulta popular
¿De quien son estos versos?
«Se asombraba un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
Arte diabólica es,
dijo torciendo el mostacho,
que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal,
y aquí lo parla un muchacho.»
¿Samaniego? ¿Iriarte? ¿Algún otro, quizás?
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